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La globalización se vio frenada desde la gran recesión del 2008-2009 que tuvo su epicentro en la crisis hipotecaria de Estados Unidos.


El comercio internacional como porcentaje del PIB global aumentó de 34% en 1986 a 61% en 2008, explicado en buena en buena medida por la incorporación de China como la gran plataforma mundial de manufacturas. México, si bien fue una de las economías más golpeadas en esa crisis, se vio beneficiado por el traslado de manufacturas al país.


Para 2019 y 2020 el ratio llegó a 56% y 52% respectivamente.


La pandemia de Covid19 puso al descubierto la vulnerabilidad de las cadenas de suministro globales, con fuertes disrupciones en varias industrias. Las políticas de contención aplicadas en China tuvieron efectos importantes en el retraso en la proveeduría global, tanto en la producción como en el transporte.


La nueva ola de Covid que afecta a China y el restablecimiento de prácticas de aislamiento, de manera relevante en Shangai, vuelven a afectar las cadenas globales de suministro.


En este contexto, las encuestas de manufacturas y de servicios de China presentan una contracción sensible en marzo, en una economía que intentaba recuperar la normalidad, en medio de medidas gubernamentales de injerencia en varias industrias importantes, lo cual ha contribuido a la caída del mercado accionario. El índice MCHI se ha desplomado 56% desde febrero 2021.


Por otra parte, la economía rusa reflejará la severidad de las represalias aplicadas por EEUU y sus aliados europeos. Estimaciones preliminares ubican la caída en 10% del PIB, que pudieran quedarse cortas dada la evolución del conflicto bélico.


A nivel global, lo más relevante es la disrupción de la oferta de insumos provenientes de Rusia y Ucrania que son críticos para varias industrias, entre ellas microprocesadores, fertilizantes, granos, gas, petróleo, aluminio, que presionarán más las elevadas presiones inflacionarias, y que coincidirán con el alza de tasas de interés en Estados Unidos.


Un escenario complejo para la economía global con dos grandes polos de proveeduría afectados por diferentes motivos, cuyo impacto aun no puede dimensionarse.


La globalización dará paso a una reorganización de las cadenas de valor. México tiene todo para posicionarse como un gran polo de manufacturas y proveeduría. Se requiere confianza y estado de derecho.

Uno de los indicadores usados en el medio financiero para medir los riesgos recesivos en la curva de rendimientos.


Cuando las tasas de largo plazo se encuentran por debajo de las de corto plazo (3 meses a 2 años) se dice que la curva está invertida. Esto es porque lo normal es que haya una prima por plazo, es decir con pendiente positiva, de tal manera que las tasas de largo plazo superen a las de corto plazo.


En los últimos ocho episodios en que las tasas de bonos del tesoro de 10 años han caído por debajo de las de 2 años, en todos precedieron una recesión, en un lapso promedio que oscila entre los 12 y 15 meses.


En la actualidad los rendimientos de bonos a 2 y 10 años son prácticamente iguales: Curva plana. Esta pendiente de la curva llama la atención dado que la inflación anual anda en niveles de 7-8%., mientras el rendimiento de bonos a 10 años oscila alrededor de 2.4%. En otras palabras, las tasas son muy negativas en términos reales.


Hay varios factores que pueden explicar la situación actual y pensar que “esta vez puede ser diferente”.


Hay mucha liquidez originada por las compras de bonos que realizó la Fed durante la pandemia para impulsar el crédito y la economía. Eso limita la respuesta del mercado de bonos a las presiones inflacionarias.


Otra explicación sería que el mercado de bonos considera que la Fed ahora sí actuará de manera decisiva para frenar la inflación y eso modera las expectativas inflacionarias de largo plazo, por lo cual las tasas en la parte larga de la curva son moderadas.


La inflación es un riesgo recesivo por sí mismo. El poder adquisitivo de la población se ve mermado y de manera forzosa el consumo se reduce. Algunas áreas de la economía empiezan a mostrar debilidad, entre ellas la venta de casas nuevas y ventas al detalle.


Será importante ver el desempeño del empleo, que normalmente es un indicador adelantado en las recesiones.


Por lo pronto los indicadores de empleo lucen sólidos. Las solicitudes por desempleo se han reducido, lo cual es signo de que los despidos van a la baja, y la creación de puestos en los últimos meses ha sido robusta, en un entorno sanitario que ha mejorado y que permite mayor participación laboral.


De vital importancia para México, la evolución de la economía estadounidense, por su impacto en el sector exportador y en remesas.

De acuerdo con datos de la balanza comercial del INEGI, las exportaciones manufactureras no automotrices en dólares corrientes han aumentado 13.3% de forma interanual con datos a enero.


Este tipo de exportaciones supera en 17.6% el nivel registrado antes de la pandemia.


Por grandes rubros destacan las exportaciones alimentarias (+20% anual), química (+16.7%), maquinaria y equipo (+10.4%), metálicos (+25.4%) y aparatos eléctricos (+10%).


Si bien, las cifras están influenciadas por aumentos de precios, es una realidad la relocalización de empresas extranjeras, de manera notable chinas, que vienen a México para exportar a EEUU.


Por otra parte, las exportaciones automotrices se contraen 20% en términos de dólares.


Los retos hacia adelante del sector exportador son una desaceleración de la economía estadounidense, la incertidumbre del conflicto de Rusia y un rebalanceo del consumo de bienes hacia servicios, conforme se normalizan las actividades por menores restricciones por la pandemia y también respondiendo a la inflación de bienes.


El sector exportador ha liderado la recuperación de la economía local y del empleo. Las manufacturas adicionan 333 mil puestos por encima de niveles previos a la pandemia.


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