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El Bureau of Economic Analysis (BEA) reportó que el PIB de EEUU retrocedió 0.9% anualizado en el segundo trimestre, después de haber caído 1.6% en el primero.


Con ello se ligan dos trimestres consecutivos con caídas, lo que en el medio financiero se conoce como recesión técnica. La pregunta obligada es si realmente EEUU se encuentra en recesión.


Para empezar, la definición oficial de recesión del National Bureau of Economic Reserch -organismo encargado de señalar las fases de los ciclos de negocio en EEUU- es la caída significativa de la actividad económica de forma generalizada y que dura más que unos meses. Debe ser visible en variables como empleo, ingreso, ventas al detalle, consumo, etc.


Las cifras de crecimiento a tasas anualizadas del PIB en el segundo trimestre muestran un comportamiento mixto. El consumo avanza 1.0%, en donde la demanda de bienes cae 4.4%, pero servicios crece 4.1%.


Exportaciones crece 18% y las importaciones 3.1%. El PIB retrocede por la caída de la inversión (-13.5%). Si hablamos de incidencia, la inversión le restó 2.7 puntos al PIB, de los cuales dos puntos corresponden a inventarios.


Como se observa, no se cumple con la condición de caída generalizada, y tampoco el empleo ha retrocedido.


Sin embargo, no es usual que la economía retroceda dos trimestres consecutivos y se salve de una recesión. La única excepción data de 1947 y en el siguiente trimestre avanzó 6.4%. En todas las demás ocasiones se presentó una recesión.


Los datos oportunos de la actividad en EEUU muestran una caída de servicios en julio y un fuerte retroceso en el mercado inmobiliario. Varias regiones manufactureras experimentan retrocesos en su actividad. El consumo de bienes ha retrocedido, después de un fuerte incremento en 2021 gracias a las transferencias gubernamentales.


Si bien, hasta el momento no hay consenso para establecer que EEUU ha entrado en recesión, luce complicado que pueda esquivarla en próximos trimestres, en medio de presiones inflacionarias, escasez de personal, incertidumbre y una corrección en curso de la demanda en sectores como la vivienda y bienes duraderos.


Hay que estar preparados.

En su actualización trimestral de julio, el FMI revisa a la baja los pronósticos de crecimiento global para este año a 3.2% (0.4% menos respecto a estimados de abril) y a 2.9% para el 2023 (0.7% a la baja).


Los efectos negativos de la guerra en Ucrania, sumados a la desaceleración de la economía China y el apretamiento de las condiciones financieras son los principales factores para el enfriamiento de la economía global.


Para EEUU pronostica ahora un avance de 2.3% para este año, pero de solo 1.0% para el 2023. En Europa el crecimiento se revisa a la baja a 2.6% y 1.2% respectivamente.


También el crecimiento se enfriaría en China a solo 3.3% este año y 4.6% el siguiente, lejos de los avances superiores al 6% registrados antes de la pandemia.


En México la revisión pasa de 2.0 a 2.4% para este año, en gran parte por el buen desempeño del primer semestre. No obstante, queda implícita una desaceleración en el segundo semestre. Por ello el crecimiento esperado para 2023 es de 1.2%, mucho menor al 2.5% de la proyección anterior.


Las proyecciones de base de la inflación mundial son también más pesimistas: para 2022, se revisan al alza hasta 8,3% de cuarto trimestre a cuarto trimestre.


Para las economías de mercados emergentes y en desarrollo, se prevé que la inflación en 2022 alcance 10,0% de cuarto trimestre a cuarto trimestre. Las revisiones para estas economías muestran mayor diversidad entre los diferentes países, con aumentos relativamente modestos en las economías emergentes y en desarrollo de Asia (en parte debido a la desaceleración de la actividad en China y a aumentos moderados de los precios de alimentos básicos), pero con revisiones más importantes para América Latina y el Caribe (de hasta 3,0 puntos porcentuales).


Entre los riesgos para el escenario el FMI advierte un sudden stop (paralización abrupta) del gas proveniente de Rusia a Europa, inflación persistentemente alta, aumento de la deuda por apretamiento de las condiciones financieras, rebrotes Covid que afecte al crecimiento de China, aumento de precios de alimentos y energía y fragmentación geopolítica.


Un riesgo grave para las perspectivas a mediano plazo es que la guerra en Ucrania contribuya a la fragmentación de la economía mundial en bloques geopolíticos con diferentes normas tecnológicas, sistemas de pagos transfronterizos y monedas de reserva. Hasta el momento, existe poca evidencia de relocalización o reshoring, y el comercio mundial ha sido más resiliente de lo esperado desde el comienzo de la pandemia. La fragmentación podría también hacer menos eficaz la cooperación multilateral para hacer frente al cambio climático, con el riesgo añadido de que la actual crisis alimentaria podría convertirse en norma.

El PIB de China retrocedió 10% a tasa trimestral anualizada en el segundo trimestre del año, su mayor caída desde el confinamiento de 2020. A tasa anual el PIB creció solo 0.4%, el segundo peor registro en la historia reciente, solo detrás del 1T-20.


El dato está principalmente influenciado por el cierre de actividades en abril y principios de mayo.


Los datos de ventas minoristas reportan un avance de 3.1% anual en junio, muy lejos de los 7-8% de crecimientos antes de la pandemia.


La producción industrial avanza 3.9%, muy inferior a los 6-7% que se acostumbraban anteriormente.


Solo la inversión fija bruta crece a niveles similares antes de la pandemia, oscilando en 6%.


Los datos fríos de China ya han tenido impactos en los mercados financieros. Los commodities industriales sufren un ajuste considerable en las últimas semanas y divisas de países emergentes (vinculados a commodities) se deprecian fuertemente contra el dólar.


La pregunta es si la desaceleración de China es temporal y atribuible a los cierres por confinamientos o si se trata de una nueva normalidad, con crecimientos mucho más moderados respectos a décadas pasadas.


Una vulnerabilidad adicional es la debilidad del mercado inmobiliario chino, que padece un nivel elevado de apalancamiento financiero.


¿Esta preparada la economía global para una China de bajo crecimiento?

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