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Con datos de enero a julio, los ingresos del gobierno federal aumentan 5.3% en términos reales frente al mismo periodo del 2021.


El resultado está apoyado por un incremento de 39.3% de los ingresos petroleros, claramente beneficiados por el aumento del precio del crudo.


Respecto a los ingresos no petroleros se percibe una caída marginal de 0.7%, que está explicada principalmente por los subsidios del IEPS a combustibles. En el mismo periodo de 2021 se obtuvieron 152 mil mdp por este concepto, mientras que en 2022 se observa una pérdida de 57 mil mdp, es decir, el gobierno pagó (subsidió) por mantener estables los precios al consumidor.


La caída del IEPS se ve compensada por un aumento de 15.3% real del ISR y de 4.0% del IVA.


La fortaleza del ISR se explica por la agresiva campaña de recaudación del SAT y por los cambios al outsourcing, que han motivado el registro de trabajadores en mayores salarios y por consiguiente se genera una mayor recaudación de ISR.


El gasto público ha estado relativamente controlado, con un incremento de solo 1.6% real del gasto programable.


Estos resultados llevan a un balance primario (antes de intereses) de 229 mil mdp en el periodo enero-julio, lo que deja bien posicionadas las cuentas fiscales, lo que favorece la continuidad de la estabilidad cambiaria.


La desaceleración de la economía presenta un reto para la recaudación en el resto del 2022 y principalmente en 2023, cuando se espera un crecimiento más lento por menor dinamismo del sector externo y un mercado interno afectado por la inflación.

De acuerdo con la FED de Cleveland, el instituto espera una inflación mensual en EEUU de 0.09% en agosto, aunque la inflación subyacente sería de 0.48%.


Se debe recordar que la inflación de julio fue de -0.02% y la subyacente de 0.31%. Esto ligaría dos meses de inflación muy por debajo de la inercia previa.


Sin embargo, la lectura hacia adelante no es tan optimista. Si la inflación mensual ha disminuido se debe principalmente a la corrección de los precios del petróleo, y su impacto en las gasolinas.


El índice de commodities se ha estabilizado, de hecho, el petróleo vuelve a brincar por encima de los 90 dpb y el maíz rebota con fuerza, lo que implica que el beneficio del ajuste de materias primas podría no volverse a dar en meses posteriores.


El gas natural ha repuntado y la electricidad mantiene la tendencia alcista de los precios, con aumentos de 15% anual en Estados Unidos, dentro de un panorama energético global retador.


Mucho del peso de la inflación recaerá en el componente subyacente que excluye alimentos y energía, pero que refleja los aumentos de costos salariales por un mercado laboral muy apretado, que mantendría la inflación mensual por encima de la media histórica.


Para el caso de México, los vaivenes de los precios de petróleo y gasolina no han sido tan marcados en precios al consumidor por el subsidio que ha dado el gobierno con un enorme costo fiscal.


Un elemento clave para el escenario inflacionario local será la política de salarios mínimos para el 2023 y el costo de servicios como electricidad, gas, transporte.


Todo apunta hacia un largo camino por recorrer para que la inflación en EEUU se acerque al objetivo de 2% de la FED y en México a la meta del 3% de Banxico.

De acuerdo al Indicador de Compras de la Mortgage Bankers Asssociation (MBA), el índice se ubicó en 203.8 puntos con datos a mediados de agosto, el menor valor desde 2015 si se excluye el periodo de confinamiento de abril y mayo de 2020.


También otros indicadores como el Housing Market Index reflejan la debilidad del sector, al ubicarse en el menor valor desde 2014.


Las tasas de interés hipotecarias se han estabilizado en las últimas semanas. No obstante, la tasa a 30 años se ubica en 5.45%, lejos del 3.3% a inicios del año.


La inflación, altos precios de las casas por bajos inventarios, alza de las tasas de interés y el agotamiento de los estímulos del gobierno a las familias son factores que explican el enfriamiento del mercado inmobiliario.


El precio promedio de las nuevas casas ha retrocedido 11.9% de abril a junio de este año. Sin embargo, todavía está al fin del primer semestre 21% por encima de los valores de febrero 2020. Un ajuste importante después de un boom extraordinario.


Los permisos de construcción también descienden en los últimos meses, aunque aún superan al nivel pre-pandemia.


La caída del sector inmobiliario ha sido un indicador adelantado en varios periodos recesivos de las últimas décadas.


Aunque no tiene la alta correlación de la curva invertida (rendimientos de deuda del tesoro mayores a corto plazo que a largo plazo) con contracciones de la economía, debe notarse que la abrupta caída en curso del sector inmobiliario es una clara señal de moderación y cautela del gasto de las familias frente a un ingreso personal que está estancado desde noviembre del 2021.


Para la economía mexicana estas señales son relevantes en la medida que ayudan a pulsar la demanda en el mercado estadounidense.


¿Estamos ante un mero ajuste del mercado de vivienda de EEUU después de un boom insólito durante la pandemia o es el inicio de una caída más consistente con una perspectiva económica afectada por la inflación y la incertidumbre?

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