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El INEGI da a conocer que la inflación anual a la primera quincena de agosto es de 3.99%, la más alta desde mayo del año pasado. La inflación subyacente (que excluye productos volátiles como gasolina, frutas y verduras, frijol, huevo) alcanza 3.93%, la más elevada desde marzo de 2018.


El comportamiento dentro de la canasta del INPC ha sido divergente.


Por ejemplo, educación reporta una variación anual en precios de 3.25%, el menor dato en su historia. La renta de vivienda ha subido 2.37% y las nuevas viviendas 2.1%. Ambas presentan el menor incremento desde 2016. El rubro “otros servicios” reporta 2.37%. Estos servicios reflejan el efecto de una menor demanda o calidad del servicio, lo que contiene sus precios, algo que es muy típico en las recesiones económicas.


Entonces, ¿Qué es lo que está presionando a la inflación? Principalmente la parte de alimentos, bebidas y tabaco con aumentos del 7.01% y frutas y verduras con 12.95%.


El componente subyacente, se encuentra afectado por incrementos de precios en cerveza, tequila, refrescos, agua, café, maíz (17.5%), pan, pasta, harina, arroz, carnes frías, leche, queso y azúcar.


Dentro del componente no subyacente, se observan incrementos en el precio del tomate, limón, guayaba, naranja, melón, piña, frijol, huevo. Típicamente estos productos son muy volátiles.


El efecto rezagado del alza del tipo de cambio explica al menos parte de esta alza de precios, tanto en productos del componente subyacente como del no subyacente. Esto es congruente con estudios de Banco de México que muestran el impacto del traspaso del tipo de cambio a los precios.


Si bien una inflación de prácticamente 4% no parece ser una gran amenaza, muchos de los productos con mayor cambio son de consumo diario para las familias, por lo que el cambio en precios relativos tiene un impacto significativo sobre el poder adquisitivo de la población, sobre todo en un contexto de fuerte pérdida de ingreso de las familias.


¿Cómo reducir la inflación? Una alternativa es con políticas públicas que generen confianza a la inversión, atraigan capital, y el tipo de cambio regrese a niveles más acordes al poder adquisitivo de la divisa mexicana. Actualmente está muy subvaluado el peso (muy caro el dólar).


La inflación es un buen ejemplo de la interrelación entre política y economía. Entre decisiones, percepciones y poder adquisitivo de la población.

La inflación al consumidor alcanza 3.62% interanual en julio, mientras que el rubro subyacente -que excluye productos de precios volátiles como energéticos y agropecuarios- se ubica en 3.85%.


La tozudez de la inflación en México sale de contexto en una economía profundamente recesiva. A nivel regional también está fuera de línea. En Brasil la inflación es 2.3%, Colombia 2%, Perú 1.9%. El movimiento de las divisas no parece ser la explicación. En el caso de Brasil la depreciación del real en los últimos 12 meses ha sido de 39%, mientras que el peso mexicano se ha devaluado 15.9%.


El componente no subyacente se ve afectado por el alza del precio de la gasolina que ha repuntado 18% la premium y 25% la magna, en comparación con los precios a finales de abril. Aún así se mantienen entre 4-8% por debajo de julio 2019.


Por otra parte, las frutas y verduras están en promedio 8.4% por encima de un año antes.


La inflación subyacente liga tres meses con alzas, en donde sobresale el rubro de alimentos y bebidas (+6.9%), mientras que la inflación en servicios está contenida (+2.4%).


Arroz (+42.1%), maíz (+18%), huevo (+17%), pasta (+11.5%), queso (+7%) bebidas alcohólicas (+8.6%) y tabaco (+13.6%) son algunos de los productos que perjudican a la inflación.


La disrupción de algunas cadenas de suministro y la alta demanda de productos básicos podría explicar parte del repunte de la inflación, lo cual debería de normalizarse al menos parcialmente con la reapertura.


Por otra parte, el rebote de las cotizaciones de petróleo está generando un repunte de la gasolina en EU. De continuar, las presiones inflacionarias persistirán a pesar de una muy baja demanda.


A mediano plazo, la ampliación de la oferta es fundamental. Por eso hay que cuidar la inversión.

La batería de indicadores de los últimos días permiten conocer el diferente grado de afectación y/o recuperación de las principales economías.


China aparece con el repunte más robusto en el segundo trimestre (+3.2% respecto al mismo periodo del 2019).


Las encuestas de manufacturas de julio confirman la continuidad de la recuperación. El repunte de commodities refleja la reactivación del mayor consumidor de materias primas.


Le siguen los tigres asiáticos con caídas relativamente menores en relación al promedio mundial: Corea del Sur (-2.9%, Taiwan (-0.73%), Vietnam (+0.36%).


El PIB europeo cae 15 % anual. Francia (-19%) y España (-22.1%) tienen caídas fuertes. En Alemania la contracción es de 11.7%. Datos adelantados muestran una mejoría notoria en el consumo de estos países.


En Estados Unidos la caída es de 9.5% anual en el segundo trimestres. A partir de junio hay indicadores que apuntan a una recuperación significativa. El consumo de bienes supera el nivel previo a la crisis sanitaria. Las encuestas de manufactura del ISM ligan dos meses en expansión, en donde el componente de nuevas órdenes llega a 61.5 puntos y el de producción a 62.1, clara señal de la reactivación de la industria.


Son buenos augurios para las exportaciones manufacturaras mexicanas.


Para México la caída es de 18.9% anual. Si bien la caída es severa, el dato del segundo trimestre implica una mejoría en el dato de junio, aunque todavía en un nivel muy rezagado frente al resto de los países. Las encuestas de manufacturas y servicios permanecen en zona de ligera contracción.


Para México, la salida es el sector exportador, no vemos otra fuente de crecimiento, a lo que se sumaría lo que pueda lograrse con la reactivación gradual de las actividades ligadas al mercado interno.




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