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La inflación en EEUU se ubica en 3.2% anual en febrero, mientras que el rubro subyacente (excluye productos volátiles como alimentos y energía) se encuentra en 3.8%.

 

El dato luce negativo en términos del cambio mensual, que fue 0.44% para el índice total y 0.36% para el subyacente.

 

En el mes los productos o servicios que más impacto tuvieron fueron la gasolina, que crece 3.6% mensual, el servicio de gas que avanzan 2.3 % y los servicios de transporte que suben 1.4%.

 

Dentro de las buenas noticias es que el precio de los alimentos no crece durante febrero y las rentas moderan el ritmo mensual a 0.4%.

 

El problema de la inflación se centra en los servicios excluyendo las rentas, que avanzan a un ritmo de 4.5% anual y a una tasa anualizada del 6% en los últimos tres meses.

 

Esta misma tendencia se ve en nuestro país, en donde la inflación de servicios excluyendo vivienda y educación oscila entre el 6 y 7% anual, mientras otros rubros como alimentos crecen al 4.6% y las mercancías inclusive tienen incrementos de precios menores al 3%.

 

Las variables que pueden estar impactando los precios de servicios de manera particular son el aumento del costo salarial (por el lado de la oferta) y una demanda robusta por las transferencias salariales y los mismos aumentos salariales. 

La masa salarial real (empleo x salarios ajustado por inflación) crece 5.6% a tasa anual con datos a enero, apuntalado por un brinco de 3.1% mensual, lo que permite un mayor poder adquisitivo de las familias.


Con estadística de la ENOE la variable de salarios por hora crece 12% nominal anual durante enero, cifra que claramente responde a la política de salarios mínimos.


Por otra parte, las transferencias sociales aumentaron 52% anual en términos reales durante enero, resultado de adelantar tres meses los pagos a los beneficiarios.


Esto permite que el consumidor tenga una fuente de ingreso mayor respecto al cierre del año pasado.


El consumo creció 0.6% durante el último trimestre, pero el incremento de 8.5% mensual en enero del ingreso personal ajustado (masa salarial + remesas + transferencias + pensiones) es previsible esperar una reactivación del gasto de las familias.


Hasta el momento el consumidor ha privilegiado a los bienes importados, que cerraron el 2023 con un crecimiento de 20%.


El gasto en bienes nacionales solo avanzó 0.4% y los servicios 3.3%.


Para una economía en la que el consumo privado representa 2/3 del PIB, el sensible aumento del ingreso de las familias le da soporte a la expectativa de crecimiento del 2024, sin olvidar que parte se “fuga vía importaciones” y que en el mediano plazo el empleo y los salarios son los principales impulsores del consumo (60% de nuestra métrica de ingreso personal ajustado).

Por otra parte, para las micro y pequeñas empresas formales e inclusive informales, el aumento del salario mínimo de 20% va en buena medida contra el gasto de sus propietarios (por menores utilidades).


A nivel agregado, sigue sin haber alternativa al incremento de la productividad para el crecimiento sostenido.


A su vez, el gasto social con cargo a la inversión en infraestructura, salud y educación, le pasarán la factura al crecimiento futuro.


Ingreso Personal


Las exportaciones retroceden 2.5% mensual durante enero, influenciadas principalmente por un retroceso de 8.9% del sector automotriz. El resto de las exportaciones manufactureras retrocede marginalmente 0.2%.


A tasa anual las exportaciones caen 4.6%, una tendencia contraria al resto de la economía, pero en línea con el desempeño de la actividad manufacturera en EEUU.


Desde febrero de 2022 las exportaciones permanecen estancadas, y han perdido participación dentro de la economía.


Por su parte las importaciones avanzan 1.5% mensual, apoyadas por las de consumo y bienes de capital que crecen 3.3% cada una, sin embargo, las importaciones de bienes de consumo excluyendo gasolina avanzan solo 0.7%, pero alcanzan un nuevo máximo histórico.


Las importaciones de bienes intermedios, ligadas a las exportaciones y que son las de mayor peso, presentan un retroceso continuo desde junio de 2022 a la fecha.


Los datos de balanza comercial confirman lo que describimos en el artículo previo de una debilidad en la demanda interna.


Habrá que analizar los próximos datos de empleo y consumo, para ver si el retroceso de las exportaciones contamina la demanda externa.

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