Con información del INEGI a septiembre, la construcción pública retorna a niveles de 2018, una vez ajustado por su índice de precios.
El nivel actual de la obra pública es un poco más de la mitad que se alcanzó a finales de 2023, en pleno auge de obras como la Refinería Dos Bocas y el Tren Maya.
El presupuesto de Hacienda asume un recorte de cerca de un punto del PIB en inversión en 2025, para bajar el cociente de 3.7 en 2024 a 2.8 con el objetivo de llevar el déficit público a niveles sostenibles.
La tendencia de la inversión pública es declinante en el mediano plazo (ver tabla). En otras palabras, salvo nuevos programas de obras emblema, no volveremos a ver por varios años una participación relevante de la inversión pública en la economía.
Una economía con poca inversión pública acota el crecimiento potencial de mediano y largo plazo. Los pronósticos de crecimiento de la economía para 2025 empiezan a incorporar esta variable.
EconoFinanzas en un reporte enviado a sus clientes la semana pasada en la que señala la caída el empleo en la industria y el descenso de la inversión pública y Moody´s Analytics en una nota de ayer en la que advierte el impacto de los aranceles que impondría Trump y menor dinamismo de la demanda en EEUU bajaron sus pronósticos de crecimiento a 0.6% para el 2025.
Por su parte, la construcción de la iniciativa privada apenas alcanza los niveles registrados en 2019 y se encuentra alrededor de 10% debajo de los niveles promedio registrados en 2013-17, una vez descontada la inflación.
La incertidumbre en la relación comercial con EEUU añade fuertes retos para la inversión y la construcción, que son detonadores de empleo tanto en el corto como mediano plazo.
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