En su actualización trimestral de julio, el FMI revisa a la baja los pronósticos de crecimiento global para este año a 3.2% (0.4% menos respecto a estimados de abril) y a 2.9% para el 2023 (0.7% a la baja).
Los efectos negativos de la guerra en Ucrania, sumados a la desaceleración de la economía China y el apretamiento de las condiciones financieras son los principales factores para el enfriamiento de la economía global.
Para EEUU pronostica ahora un avance de 2.3% para este año, pero de solo 1.0% para el 2023. En Europa el crecimiento se revisa a la baja a 2.6% y 1.2% respectivamente.
También el crecimiento se enfriaría en China a solo 3.3% este año y 4.6% el siguiente, lejos de los avances superiores al 6% registrados antes de la pandemia.
En México la revisión pasa de 2.0 a 2.4% para este año, en gran parte por el buen desempeño del primer semestre. No obstante, queda implícita una desaceleración en el segundo semestre. Por ello el crecimiento esperado para 2023 es de 1.2%, mucho menor al 2.5% de la proyección anterior.
Las proyecciones de base de la inflación mundial son también más pesimistas: para 2022, se revisan al alza hasta 8,3% de cuarto trimestre a cuarto trimestre.
Para las economías de mercados emergentes y en desarrollo, se prevé que la inflación en 2022 alcance 10,0% de cuarto trimestre a cuarto trimestre. Las revisiones para estas economías muestran mayor diversidad entre los diferentes países, con aumentos relativamente modestos en las economías emergentes y en desarrollo de Asia (en parte debido a la desaceleración de la actividad en China y a aumentos moderados de los precios de alimentos básicos), pero con revisiones más importantes para América Latina y el Caribe (de hasta 3,0 puntos porcentuales).
Entre los riesgos para el escenario el FMI advierte un sudden stop (paralización abrupta) del gas proveniente de Rusia a Europa, inflación persistentemente alta, aumento de la deuda por apretamiento de las condiciones financieras, rebrotes Covid que afecte al crecimiento de China, aumento de precios de alimentos y energía y fragmentación geopolítica.
Un riesgo grave para las perspectivas a mediano plazo es que la guerra en Ucrania contribuya a la fragmentación de la economía mundial en bloques geopolíticos con diferentes normas tecnológicas, sistemas de pagos transfronterizos y monedas de reserva. Hasta el momento, existe poca evidencia de relocalización o reshoring, y el comercio mundial ha sido más resiliente de lo esperado desde el comienzo de la pandemia. La fragmentación podría también hacer menos eficaz la cooperación multilateral para hacer frente al cambio climático, con el riesgo añadido de que la actual crisis alimentaria podría convertirse en norma.
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