El FMI recién publica su actualización trimestral de pronósticos para 2018 y 2019. Confirma un crecimiento de la economía global de 3.9% para ambos años.
Para Estados Unidos ratifica sus expectativas de 2.9 y 2.7% para el presente y próximo año respectivamente.
Destacan las reducciones en los estimados de crecimiento para la Zona Euro (2.4 a 2.2%), Japón (1.2 a 1.0%), Reino Unido (1.6 a 1.4%) y Brasil (2.3 a 1.8%). Cierto enfriamiento en los indicadores económicos y problemas políticos han moderado las expectativas de crecimiento para estos países.
El Fondo advierte que la dinámica del crecimiento mundial se está dando de forma desigual entre países y los riesgos han aumentado.
Los aumentos de los aranceles anunciados hace poco por Estados Unidos, sumados a los previstos, y las represalias de los socios comerciales han incrementado la probabilidad de medidas comerciales crecientes y sostenidas.
El proteccionismo creciente impactaría la inversión y las perspectivas de crecimiento a mediano plazo.
El Fondo sugiere recomponer los márgenes fiscales de protección para dejar espacio de maniobra a la política económica de cara a la próxima desaceleración y para reforzar la resiliencia financiera en un entorno en el cual la volatilidad del mercado podría empeorar.
El FMI ratifica su pronóstico para México del 2018 en 2.3% y revisa a la baja su proyección del 2019 de 3.0 a 2.7% debido a las tensiones comerciales, la prolongada incertidumbre que rodea la renegociación del TLCAN y el programa de políticas del nuevo gobierno.
El Fondo no especifica cuáles son las políticas que le preocupan del gobierno que encabezará AMLO.
Sin embargo, por su relevancia, la postura hacia la reforma energética y el NAICM, podrían afectar la inversión privada y los flujos de capital hacia el mercado financiero. La magnitud del gasto social para cumplir las promesas de campaña, sin compensación por ahorros reales de gasto público, arriesgaría la de por sí vulnerable posición de las finanzas públicas.
La estrategia de seguridad aun no toma forma. El tema de los delegados en los estados causa inquietud sobre el futuro de la democracia.
En ese contexto, la relación con Estados Unidos adquiere una importancia aun mayor. Es lo único que podría generar margen de maniobra y compensar eventuales errores o excesos en otras áreas.
Si pensábamos que el nuevo régimen sería de corte nacionalista, será el de un nacionalismo muy dependiente de Estados Unidos.