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El crudo y la cruda realidad

La crisis del coronavirus ocasiona inicialmente un shock de oferta por la suspensión de labores en China, pero ha evolucionado rápidamente hacia un shock global de demanda.

El Fondo Monetario Internacional sugiere asegurar el gasto en salud en el frente para proteger el bienestar de la gente, atender a los enfermos y reducir la propagación del virus.

Además políticas macro-financieras dirigidas a los sectores, negocios y  hogares más afectados.

Evidentemente, esto implica dedicar recursos fiscales que en el caso de México son particularmente escasos. El espacio fiscal para un programa significativo de apoyo a sectores y negocios afectados luce extremadamente limitado  por el uso de recursos en programas sociales, pensiones y el sector energético.

Adicionalmente, la recaudación tributaria sufrirá la casi inevitable caída de la actividad económica, en el que el importante sector turístico será uno de los más afectados.

La reciente advertencia de la calificadora S&P sobre la vulnerabilidad del riesgo Pemex y el soberano, en un entorno de desplome de los precios de petróleo era casi automática. Es correcto que SHCP (no Pemex) compró coberturas a 49 dpb, pero el desacuerdo entre Rusia y Arabia Saudita puede prolongarse al 2021.

No hay espacio fiscal significativo y la economía requiere estímulos cuantitativos y de política económica que eviten una profundización del declive. Ya van cuatro trimestres consecutivos con caídas en el PIB.

Se agotó el potencial de reasignar recursos de gasto corriente a programas sociales. 

Como en otros periodos del pasado,  la caída del petróleo es un despertar a la cruda realidad.

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